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CISTITIS
Se denomina cistitis a la inflamación de la vejiga urinaria. Etimológicamente, como todos los términos médicos terminados en en -itis hace referencia a la inflación de un órgano, en este caso la vejiga (en griego, Kisty). Normalmente la cistitis la causa una infección provocada por la bacteria Escherichia coli.
Sintomas de la Cistitis
Entre los síntomas habituales de la cistitis se encuentran:
Tratamiento de la Cistitis
En caso de existir fiebre o sangre en la orina se debe acudir a la consulta médica. El tratamiento de la cistitis puede ser de tipo farmacológico empleando antibióticos (amoxicilina, doxicilina, nitrofurantoína, quinolonas, sulfonamidas, trimetoprim-sulfametoxazol) si la infección es de origen bacteriano, o algún antivírico si el origen es un virus. Durante la infección es recomendable consumir grandes cantidades de agua. Cómo evitar la Cistitis, preveción y cuidados Estos son algunos consejos básicos para prevenir la cistitis:
Remedios para la Cistitis
Existen algunos remedios caseros para la cistitis, utilizando productos naturales: jugo de pepino, hojas de rábano, espinaca, limón, cebada, aceite de sándalo. Recuerde que en caso de tener fiebre o detectar la presencia de sangre en la orina, usted debería acudir a su médico. Causas de la Cistitis La causa más habitual de la cistitis es la infección provocada por la bacteria Escherichia coli , una bacteria que se encuentra en los intestinos. En general, las mujeres son más vulnerables a la cistitis que los hombres entre otras razones, porque su uretra es de menor longitud, lo que aumenta las posibilidades de infección. Cistitis Intersticial / Cistitis Crónica La cistitis intersticial o cistitis crónica es una inflamación de la vejiga prolongada en el tiempo. Los sintomas son similares a los de una cistitis no crónica, por lo que a menudo este tipo de cistitis no se diagnostica correctamente. Cistitis Hemorrágica Se denomina cistitis hemorrágica a la inflamación de la vesícula en la que hay presencia de sangre en la orina. La quimioterapia puede producir cistitis hemorrágica en enfermos de cáncer, aunque las causas de esta cistitis son muy diversas. Cistitis en el Embarazo Durante el embarazo es habitual que la mujer sufra cistitis. Los cambios producidos por el embarazo en el cuerpo de la mujer, la hacen más propensa a padecer cistitis. Concretamente, estos cambios rebajan su eficiencia del sistema urinario para evacuar la orina, y el riesgo de infección aumenta. CAUSAS DE CISTITIS Explorando un poco en las principales causas que provocan habitualmente la cistitis, es posible indicar que, en la mayoría de los casos, una infección bacteriana es la causa de esta enfermedad, siendo la bacteria Escherichia coli el agente infeccioso que se aloja en el tracto gastrointestinal y provoca la patología en el 80% de los casos. Sin embargo, otras bacterias como la Staphylococcus epidermis, que vive en la piel, puede producir también esta enfermedad si llega hasta la vejiga. Cuando los gérmenes han alcanzado la vejiga, su colonización o el origen de una infección depende de su potencia y de la eficacia de los mecanismos de defensa. La potencia se relaciona directamente con la capacidad del germen para adherirse a la pared de la vejiga y con el número de microorganismos. Si la adherencia es muy importante, la infección puede concretarse con una menor cantidad de gérmenes. Por otra parte, el mecanismo de defensa más eficaz de la vejiga es la dilución de los gérmenes por el flujo de orina y su eliminación durante la micción. Cuando se produce la evacuación, la vejiga se vacía y, al mismo tiempo, los microorganismos presentes en ella se eliminan. Cuando se registra un tiempo prolongado entre las micciones o se retiene orina, el número de gérmenes aumenta y, en consecuencia, es más probable que se produzca la infección. Vale remarcar que se trata de una enfermedad con mayor incidencia en las mujeres, debido a la corta longitud de la uretra, que es el conducto que lleva la orina desde la vejiga al exterior. Esto produce una más rápida y simple transmisión de bacterias desde la piel y los órganos genitales hacia el interior del cuerpo. Asimismo, los riesgos aumentan en aquellas personas que poseen una uretra más angosta debido a infecciones anteriores u obstrucciones en el uréter, el conducto que transporta la orina desde el riñón a la vejiga. En el caso de las mujeres, la presión ejercida sobre la vejiga puede aumentar el riesgo de cistitis. Esto puede darse durante el embarazo, en el acto sexual o por el uso de un diafragma. Cuando la mujer inicia su actividad sexual o está en pareja y mantiene relaciones sexuales en forma permanente, el intercambio de flora bacteriana ocurrido entre el varón y la mujer puede ser motivo de la aparición de un tipo de cistitis llamado comúnmente “cistitis de la recién casada” o “de la luna de miel”. El proceso se mantiene hasta que la mujer acepta la flora bacteriana que le transmitió su pareja. Un tratamiento en base a la toma abundante de líquidos puede bastar para frenar el desarrollo de esta tipología de cistitis. Asimismo, ciertos hombres que tienen la próstata más grande que lo normal, como en el caso de la prostatitis o hiperplasia prostática, poseen mayor riesgo de contraer cistitis. Grupos de riesgo Por otro lado, la cistitis es frecuente en personas que sufren esclerosis múltiple u otras enfermedades neuromusculares que afectan a la vejiga. Una higiene íntima incorrecta puede ser también causal de cistitis, sobretodo en las mujeres, si no se asean los genitales de delante hacia atrás (nunca en la dirección contraria) para evitar que las bacterias del intestino lleguen a la uretra. En el mismo orden, cuando se emplea algún desodorante íntimo de contacto también aumentan los riesgos de irritaciones o transmisiones de gérmenes. En ocasiones, la cistitis puede ser producto de anomalías congénitas del aparato urinario. Cuando se producen infecciones repetidas, especialmente en los niños o varones jóvenes, es necesario descartar en principio la existencia de una anomalía congénita del aparato urinario, ya que la misma puede estar impidiendo el vaciamiento completo de la vejiga. En otro orden, los pacientes que utilizan una sonda para orinar cuentan con bacterias en la vejiga, por lo que debe extremarse su cuidado. En el momento del cambio de sonda, además, se pueden producir pequeñas lesiones que pueden aumentar el riesgo de infecciones, entre ellas la cistitis. Si se trata de una mujer embarazada con bacterias en la orina, en tanto, es necesario realizarle dos cultivos de orina, aunque no registre ningún síntoma. Cuando en los dos cultivos aparece el mismo tipo de bacterias hay que tratar urgentemente la infección, ya que se corre el riesgo de una pielonefritis, una infección ascendente en los riñones, o un parto prematuro. Las enfermedades venéreas o de transmisión sexual son también posibles causas del surgimiento de cistitis. La gonorrea y las infecciones por clamidias, por ejemplo, sobretodo en los varones jóvenes con actividad sexual frecuente y que no toman precauciones mediante el uso de profilácticos, pueden producir síntomas de cistitis. Los parásitos son otro agente relacionado con la enfermedad, aunque las cistitis por esta causa son muy poco habituales en el ámbito europeo. Pueden ser más frecuentes en el caso de personas que han viajado al norte de África, Centroamérica u Oriente, y que se han bañado en distintos ríos o lagos sin las precauciones del caso. En estas situaciones, la vejiga puede contraer una infección provocada por parásitos o gusanos, provocando enfermedades como la esquistosomiasis u oncocercosis, según el tipo de parásito. Aunque en un principio no se concrete la cistitis, estas infecciones pueden aumentar el riesgo de contraerla en un futuro cercano. Las mujeres posmenopáusicas son otro grupo de riesgo, ya que en esa etapa se produce la disminución de ciertas hormonas sexuales femeninas, provocando diversos cambios que afectan a todo el organismo. Estas variaciones en el comportamiento del cuerpo provocan que el aparato urinario esté más propenso a sufrir cistitis con mayor frecuencia. CISTITIS INTERSTICIAL O CRONICA
Se llama cistitis intersticial a un trastorno crónico y complejo que se caracteriza por la inflamación o irritación de la pared de la vejiga. Puede formar cicatrices y causar rigidez en la vejiga, disminución de la capacidad de la vejiga y puntos sangrantes. La cistitis intersticial también se conoce como cistitis crónica, síndrome doloroso de la vejiga o síndrome de disuria urgente y frecuente. Las causas que originan la cistitis intersticial no están hasta el momento definidas científicamente, incluso muchas veces los pacientes no responden al tratamiento con antibióticos. Debido a esto, la comunidad científica se encuentra analizando distintas teorías y desarrollando diferentes estudios para comprender las causas de la cistitis intersticial y determinar los tratamientos apropiados. Hasta el momento, una de las causas más aceptadas por los científicos es un defecto en el tejido de revestimiento de la vejiga. Este tejido protege la pared de la vejiga de los efectos tóxicos de la orina. Como en alrededor del 70% de las personas con cistitis intersticial la capa protectora de la vejiga deja pasar la orina, esto podría provocar que la pared de la vejiga se irrite, provocando en consecuencia el surgimiento de la patología. Otras teorías determinan como causas posibles un incremento en las células productoras de histamina en la pared de la vejiga o una respuesta autoinmune. Esto significa que el organismo fabrica anticuerpos que precisamente actúan en contra de una parte del mismo. Los síntomas Aunque cada persona puede llegar a presentar con algunas particularidades los distintos síntomas de la cistitis intersticial o crónica, los más habituales son:
Exámenes médicos Debido a que no existen exámenes definitivos para el diagnóstico de la cistitis intersticial o crónica, y teniendo en cuenta además que los síntomas son muy parecidos a los que se registran en otras enfermedades urinarias, generalmente es preciso efectuar varios exámenes y procedimientos de diagnóstico antes de confirmar con seriedad el cuadro. Junto al examen físico y al análisis del historial médico completo, los procedimientos médicos utilizados en la actualidad para diagnosticar la cistitis intersticial incluyen los siguientes puntos:
El tratamiento En otro orden, el tratamiento específico de la cistitis intersticial puede ser desarrollado en base a distintos factores, entre ellos la edad y el estado de salud del paciente, el nivel de avance de la enfermedad, la tolerancia de la persona a distintos medicamentos y las expectativas u opiniones del enfermo en cuanto a su curación y tratamiento de la enfermedad. Como dijimos anteriormente, aún no existe un tratamiento excluyente y con resultados positivos comprobados en un 100% para la cura de la cistitis intersticial, por lo que puede decirse que es una de las enfermedades humanas que todavía no registra una cura real y definitiva. Sin embargo, si existen tratamientos que pueden aliviar los síntomas y aplacar la enfermedad. Algunos de ellos son:
Cambios alimenticios Por otro lado, existen otro tipo de controles sobre los síntomas de la enfermedad, por ejemplo realizando cambios en la dieta. De esta forma, se eliminan el alcohol, los tomates, las especias, el chocolate, las bebidas con cafeína, los cítricos y las comidas ácidas, entre otras, porque aparentemente podrían contribuir a inflamar la vejiga. En el mismo sentido, se eliminan el tabaco (una de las principales causas del cáncer de vejiga) y se estimula la realización de ejercicios físicos, que ayudan a aliviar la sintomatología y pueden acelerar la recuperación. CISTITIS EN EL EMBARAZO
¿El embarazo es una situación de riesgo frente a la cistitis?. ¿Las embarazadas tienen más posibilidades de contraer cistitis?. De acuerdo a la comunidad médica internacional, la respuesta es claramente positiva. ¿Por qué?. Sucede que los altos niveles de la hormona progesterona en el embarazo relajan los músculos de la vejiga, de los uréteres (que son los tubos que conectan la vejiga con los riñones) y de la uretra. Asimismo, el mayor tamaño del útero puede llegar a comprimir los uréteres y dificultar el paso rápido y fluido de la orina. Además, en el caso de las embarazadas, estas infecciones se acentúan por los cambios que experimenta el cuerpo, entre ellos el aumento de las hormonas que hacen que el riñón trabaje más lento o el peso que ejerce el útero sobre la vejiga, provocando que se orine más frecuentemente de lo habitual. Por otro parte, cuando el embarazo va avanzando el bebé presiona la vejiga, haciendo más complejo el vaciamiento completo en el momento de orinar. Estos cambios provocan que la orina tarde más tiempo del normal en atravesar las vías urinarias, otorgando a su vez a las bacterias un mayor plazo para su multiplicación. Un caso aparte son las embarazadas que sufren diabetes. Si existe azúcar presente en la sangre, las infecciones de orina son más comunes. Por lo tanto, la cistitis es aún más habitual en aquellas embarazadas con diabetes. Los peligros La infección de las vías urinarias constituye una de las infecciones más frecuentes durante el embarazo. Los microorganismos involucrados son principalmente las enterobacterias, entre ellas Escherichia coli (80% de los casos), Klebsiella ssp, Proteus mirabilis y Enterobacter ssp. Existen además otros agentes que siguen en frecuencia, como pueden ser Streptococcus del grupo B y Staphylococcus coagulasa negativo. Como la embarazada cuenta con mayores posibilidades de contraer la enfermedad, el médico debe efectuar un análisis de orina durante el primer examen prenatal, para confirmar o descartar la presencia de bacterias. En caso que el resultado fuera negativo, es muy poco probable que surja la enfermedad durante el resto del embarazo. Por el contrario, si se detectan bacterias en la orina, algo que sucede en alrededor del 5% al 7% de las embarazadas, es necesario efectuar un tratamiento urgente para eliminarlas, siendo lo más habitual el empleo de antibióticos. En caso de no tratar la infección rápidamente y en forma correcta, existe un peligroso 30% de probabilidades de desarrollar una infección en los riñones durante el embarazo. Si estas patologías se agravan, la embarazada corre el riesgo de sufrir un parto prematuro u otras complicaciones. Las cifras indican que del 2% al 10% de las embarazadas sin antecedentes desarrollan cistitis, de las cuales de un 30% a un 50% evolucionarán a infecciones en los riñones sin un tratamiento adecuado. Insuficiencia renal aguda, riesgo de parto prematuro y de recién nacido de bajo peso al nacer son algunos de los máximos peligros. Vale remarcar que la mortalidad fetal más alta se presenta cuando la infección ocurre durante los 15 días que anteceden al parto. Por todo lo expuesto anteriormente, es evidente que la detección y el tratamiento temprano de este tipo de infecciones en las embarazadas debe ser una prioridad. Tratamientos Algunos de los síntomas habituales de la cistitis, como por ejemplo la necesidad frecuente e incontrolable de orinar, son también característicos del embarazo, lo que dificulta la detección a tiempo de la patología. Por consiguiente, siempre es aconsejable realizar un análisis de orina ante el mínimo síntoma o sospecha para descartar cualquier riesgo. Si se detectan bacterias en las vías urinarias y se confirma la cistitis, el tratamiento convencional en embarazadas es la administración de antibióticos orales durante 7 a 10 días. Siempre se tratará de antibióticos que están indicados para consumir durante el embarazo. Los síntomas se retirarán en los próximos días, pero igualmente se realizará un nuevo análisis para evacuar dudas acerca de si la infección ha desaparecido por completo. Al mismo tiempo, se efectuarán pruebas regulares durante el resto del embarazo, para confirmar que no ha regresado la infección. Según distintas estadísticas, hasta un 40% de mujeres embarazadas que presentaron la infección pueden reiterar el cuadro más adelante. En casos extremos en los cuales las infecciones se suceden una tras otra, se administran dosis suaves pero permanentes de antibióticos hasta el momento del parto. Prevención Para reducir las probabilidades de contraer cistitis durante el embarazo es posible seguir una serie de medidas preventivas:
CISTITIS HEMORRAGICA
La cistitis hemorrágica es la aparición repentina de sangre en la orina en combinación con dolor vesical y síntomas de irritación en esa zona. El volumen de sangre puede variar desde una cantidad diminuta que aparece ocasionalmente hasta la presencia continua de sangre de color rojo intenso.
La hematuria, que es justamente la presencia de sangre en la orina, puede tener diversas causas. Uno de los principales grupos de riesgo son los pacientes oncológicos. El surgimiento de la patología puede ser variable en los enfermos de cáncer, ya que la cistitis hemorrágica puede iniciarse durante el tratamiento, inmediatamente después de éste o su aparición puede retrasarse hasta varios meses después del tratamiento. La enfermedad también posee otra vertiente, que el surgimiento de cistitis hemorrágica como respuesta secundaria a infecciones bacterianas, fúngicas y parasitarias. Otras de las causas potenciales de cistitis hemorrágica son: * Exposición a tóxicos químicos. * Agentes inmunes (penicilinas, danazol). * Radioterapia externa o intersticial. * Distintas clases de Virus. Aunque puede convertirse en una afección muy grave y provocar un sangrado significativo (hemorragia) o una infección potencialmente mortal (urosepsis), la mayoría de los pacientes que contraen cistitis hemorrágica pueden tratarse exitosamente y superar el cuadro. Sin ninguna duda, la cistitis hemorrágica es el problema vesical más grave relacionado con la quimioterapia. Y aunque los pacientes oncológicos se encuentran en riesgo de desarrollar este tipo de cistitis, existe sin embargo una larga lista de razones para su aparición, entre las que la cuestión oncológica es sólo un ingrediente más: * Medicamentos de quimioterapia: ciclofosfamida e ifosfamida. * Cáncer vesical. * Radioterapia pélvica. * Radioterapia administrada junto con quimioterapia. * SIDA. * Otros químicos (tintes, insecticidas, drogas). * Antibióticos. * Trombocitopenia (recuento de plaquetas bajo). * Transplante de médula ósea con administración de grandes dosis de quimioterapia. Para entender el surgimiento de la cistitis hemorrágica, es vital comprender que en los pacientes que reciben quimioterapia el cuerpo descompone estos fármacos en distintas sustancias. Al ser eliminadas a través de la vejiga, estas sustancias pueden causar síntomas como, por ejemplo, la irritación de las paredes de la vejiga. Cuando estas lesiones revisten gravedad, pueden provocar la formación de úlceras que desemboquen en hemorragias significativas. La ciclofosfamida produce presencia de sangre en orina (hematuria) hasta en el 65-70% de los pacientes en tratamiento. Aunque generalmente es leve y puede manejarse con medidas conservadoras, la hemorragia puede ser masiva. No se dispone de un factor que permita conocer fehacientemente que pacientes presentarán esta complicación y cuales no. Generalmente es más frecuente durante o inmediatamente después del tratamiento, aunque algunos pacientes que siguen tratamientos prolongados con ciclofosfamida pueden presentar hematuria leve o moderada de forma diferida. Síntomas Los principales síntomas de la cistitis hemorrágica son: * Fiebre con 38 ºC como mínimo y escalofríos (posible infección). * Presencia de sangre en la orina, de color rosa pálido a rojo intenso, con o sin coágulos sanguíneos. * Dolor y ardor al orinar. * Aumento de frecuencia en las micciones. * Urgencia urinaria. * Incontinencia urinaria, con pérdida involuntaria de orina. * Despertarse por la noche dos o más veces para orinar. * Dolor abdominal. * Fatiga (debido a la anemia). * Infección vesical. Inconvenientes relacionados Asimismo, la cistitis hemorrágica trae como consecuencia otros problemas relacionados, que pueden complicar aún más el cuadro. Ellos son: * Descamación de la pared vesical. * Reducción del tamaño de la vejiga. * Infección sistémica grave (urosepsis). * Obstrucción urinaria. Tratamiento El tratamiento de esta patología varía con mucha frecuencia, no existiendo hasta el momento un protocolo médico establecido para tratar la cistitis hemorrágica. En muchas ocasiones se soluciona en forma independiente, por su propia cuenta. Las acciones más habituales para tratar la cistitis hemorrágica incluyen: * Interrupción del tratamiento que está causando los problemas vesicales. * Analgésicos, para aliviar los dolores intensos. * Antibióticos, cuando existe el riesgo de una infección subyacente o como medida preventiva. * Transfusión de sangre, si el paciente desarrolla anemia debido a la hemorragia. * Instilación de medicamentos en la vejiga para detener la hemorragia. * Aunque es necesario profundizar la investigación antes de sacar una conclusión definitiva, un estudio preliminar informa que la combinación de baños de manzanilla junto con lavados de vejiga de manzanilla y antibióticos es mejor que el empleo de antibióticos solamente para la cistitis hemorrágica. Prevención En cuanto a la prevención de esta enfermedad y otros problemas vesicales similares, existen algunas medidas que pueden tomarse y que en muchas ocasiones resultan efectivas: * Irrigación vesical continua con solución salina. * Ingesta abundante de líquidos por infusión oral o intravenosa. * Alcalinización de la orina con diuréticos. * Diuréticos tipo IV para pacientes con baja producción de orina. * Empleo de Mesna, un compuesto que protege las paredes de la vejiga y que no compromete la actividad antitumoral de la quimioterapia. Asimismo, el mejor tratamiento de la infección urinaria en el paciente oncológico es evitar que se produzca. Para ello, no debe colocarse sonda urinaria a quienes no la precisen, y retirarse en cuanto sea posible a los portadores. También debe estimularse la ingesta de líquidos y evitar toda manipulación incorrecta de la sonda y de las bolsas colectoras. No está justificada bajo ningún motivo la utilización rutinaria de antibióticos profilácticos durante todo el tiempo que el paciente esté sondado. Solamente es necesario administrar un antiséptico urinario en el momento de retirar la sonda. TRATAMIENTO PARA LA CISTITIS
El tratamiento de la cistitis, recordemos: inflamación de la vejiga, dependerá del origen de esta inflamación, que deberá ser determinado por el diagnóstico médico. Frecuentemente la cistitis esta provocada por una infección en el sistema urinario, y esta infección puede ser de tipo bacteriano o vírico.
Si la infección es de tipo bacteriano se suele tratar con antibióticos, y dependiendo del tipo de bacteria puede prescribirse el antibiótico más efectivo para el tratamiento. Los antibióticos más habituales son: trimetoprim, amoxicilina, ampicilina. Si por el contrario, tiene como origen una infección viral el tratamiento de la cistitis se realizará con antivirales, como por ejemplo, el aciclovir. Para completar el tratamiento de la cistitis, además de farmacos para el tratamiento de la infección del sistema urinario, también pueden prescribirse fármacos de tipo analgésico si el dolor padecido por el paciente lo requiere, así como otros medicamentos que puedan ayudar a buen funcionamiento del sistema urinario. Buenos Hábitos
Entre los habitos que previenen y pueden ayudar a curar la cistitis se encuentra:
REMEDIOS CONTRA LA CISTITIS
Realmente existe una amplia gama de remedios químicos y caseros contra la cistitis. Vamos a intentar desarrollar brevemente una muestra de ese amplio abanico de posibilidades. En principio, vale destacar que el tratamiento médico habitual muchas veces recurre a antibióticos de amplio espectro para la cura de la enfermedad. Sin embargo, estos antibióticos eliminan, junto a las bacterias negativas, a la flora bacteriana y a otras bacterias positivas, por lo que pueden acarrear ciertos efectos secundarios poco beneficiosos para el organismo. Ante esto, una amplia gama de remedios naturales es generalmente empleada como salida al problema. Arándanos Los arándanos rojos son el remedio natural más demandado contra la cistitis, según un reciente estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. De acuerdo a esta investigación, ingerir cada día unos 300 mililitros de zumo de arándano puede reducir de forma significativa los riesgos de contraer cistitis, además de contrarrestar los efectos de la enfermedad una vez presentados. Científicamente hablando, el arándano posee una gran efectividad antibacteriana contra un amplio grupo de microorganismos uropatógenos, reduciendo en consecuencia la incidencia de infecciones urinarias, entre las que se encuentra la cistitis. Aunque los estudios no son aún concluyentes, las pruebas de laboratorio y las evidencias favorables parecen confirmar la potencialidad del arándano contra la cistitis. Waterfall D-Mannose Se trata de una sustancia que nuestros cuerpos ya metabolizan en cantidades pequeñas. Funciona acoplándose a las bacterias y provocando una reacción bioquímica que permite eliminar a éstas directamente de manera natural por la orina, proporcionando alivio al enfermo de la cistitis. El D-Mannose, asimismo, no tiene ningún efecto secundario. Se trata de un dulce alternativo, pudiendo consumirse una cucharada en zumo de fruta o agua. El D-Mannose es un azúcar poco común que se encuentra en la naturaleza. Habitualmente se halla en cantidades pequeñas en frutas como la piña y el arándano, combinada químicamente en muchos alimentos y en los estabilizadores de productos alimenticios. Entre los principales beneficios de este azúcar microcristalino puro puede mencionarse que se disuelve muy fácilmente en cualquier bebida (lo que facilita su consumo), no elimina a las bacterias positivas, no trastorna las funciones corporales y es seguro para el tratamiento preventivo a largo plazo. Además, contribuye para mantener la vejiga y las vías urinarias sanas y no modifica los niveles de azúcar en la sangre. Aunque aún no hay comprobaciones fehacientes al respecto, podría tener efectos positivos contra la cistitis intersticial. Jugo de pepino El jugo de pepino es otro de los remedios naturales utilizados para el tratamiento de la cistitis. Se trata de un efectivo diurético, que se aplica tomando tres veces al día una taza de este jugo, mezclado con una cuchara de miel y una cucharada de jugo de lima. Hojas de rábano También existen indicios sobre que el jugo de las hojas de rábano es efectivo contra la cistitis. Para contrarrestarla, es necesario consumir una taza de este jugo diariamente y por la mañana, durante 15 días. Espinaca Otro tratamiento casero es aplicar 100 mililitros de jugo de espinaca, consumiéndolo con una cantidad igual de agua de coco dos veces al día. Actúa como un efectivo y seguro diurético debido a la acción combinada de nutrientes y potasio. Limón Una cucharada de jugo de limón colocada en 180 mililitros de agua hirviendo es otro de los remedios naturales contra la cistitis. La preparación debe enfriarse, para luego tomar 60 mililitros de esta agua cada dos horas, entre las 8 de la mañana y las 12 del mediodía, aliviando así la sensación de ardor y deteniendo el sangrado. Cebada Medio vaso de cebada, mezclado con suero de leche y jugo de media lima, es otro remedio casero utilizado. Hay que tomarlo dos veces al día. Fitoterapia Este tratamiento emplea plantas con propiedades antibióticas que prevengan las infecciones o que ayuden a eliminar los microorganismos causantes de la infección. A la vez, el tratamiento se combina con plantas antiinflamatorias y plantas con propiedades diuréticas, que aumenten la producción de orina y faciliten la expulsión de los microorganismos. Algunas de las especies más habitualmente empleadas son: la equinácea, la gayuba o uva de oso, el abedul, la linaza, la uña de gato, el ajo, la cebolla, el perejil y la ortiga, entre otras. Dieta para la cistitis Junto a los remedios naturales mencionados, es posible seguir dietas para prevenir o mitigar los efectos de la cistitis. En principio, es imprescindible consumir mucha agua o agua de coco. Si hay fiebre, el paciente debe ayunar con agua o agua de coco por tres o cuatro días. Los jugos de vegetales crudos, especialmente jugo de zanahoria, son otro importante ingrediente en esta dieta de “limpieza”, más aún si no se ha registrado fiebre. Es necesario tomarlos cada dos o tres horas. En los siguientes dos o tres días es necesario consumir solamente frutas maduras tres o cuatro veces al día. Al mejorar el cuadro, disminuir la dieta exclusiva a frutas y comenzar con una dieta bien balanceada. Mientras se incorporan gradualmente los distintos alimentos que componen una dieta balanceada, es necesario enfatizar principalmente en el consumo de semillas, nueces, cereales, vegetales y frutas. Hay que evitar los carbohidratos refinados y la sal en las comidas. Junto a la dieta Durante los primeros tres o cuatro días de la cistitis aguda, mientras el paciente lleva adelante una dieta exclusiva en base a líquidos, es muy importante descansar convenientemente y mantenerse caliente. El dolor puede ser mitigado sumergiendo la pelvis en agua caliente o aplicando calor en el abdomen, empleando una toalla sumergida en agua caliente que debe cubrirse con otra seca, para retener así el calor. Este tratamiento puede continuar por tres o cuatro días, hasta que la inflamación descienda y la temperatura corporal se normalice. En los próximos dos o tres días, que corresponden a la dieta exclusiva en frutas, deben aplicarse compresiones frías en el abdomen. Mientras las compresiones calientes aplicadas anteriormente servían para aliviar el dolor, el uso de compresiones frías es eficaz para aliviar la congestión de la pelvis y aumentar la actividad cutánea. | |
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